Se ratifica el estancamiento
Para nadie es un misterio que Chile sufre un agudo problema de falta de crecimiento. Las dificultades para atraer inversión y un mercado laboral precarizado son reflejo de este escenario, caracterizado (si no provocado) por una larga y constante inoperancia de nuestra política. La gestión de la actual administración es una extensión de tal problemática. La evolución de su discurso ha sido forzada por la realidad de las cifras, pero sus acciones y resultados han estado lejos de generar un cambio de rumbo.
El estancamiento quedó nuevamente documentado esta semana. La variación anual de 2,3% del Imacec de agosto se ubicó en la parte baja de las expectativas del mercado. Con excepción de la minería del cobre, impulsada por elementos coyunturales, no existen sectores que muestren gran dinamismo. De hecho, el Imacec no minero tuvo una variación de tan solo 1,5% en doce meses, aumento diminuto para una economía que se esperaba retomara su senda de crecimiento este año. Las explicaciones respecto al descalce de las semanas o los distintos días hábiles entre 2023 y 2024 aparecen como excusas para justificar lo obvio: en lo económico, el tercer año de la administración del Presidente Boric será también decepcionante.
El análisis de los datos desestacionalizados permite, a su vez, centrar la atención en la evolución de más corto plazo. Entre julio y agosto, el Imacec ajustado sufrió una caída de 0,2%, la quinta en los últimos doce meses, lo que informa respecto de la fragilidad de nuestra economía. Por su parte, el Imacec no minero desestacionalizado mostró una variación de -0,53%. En cuanto a los sectores, para servicios la variación fue de -0,6%; industria, -0,8%, y resto de bienes, -1,1%. Solo comercio (0,7%) y minería (2,3%) entregaron cifras azules. Así, los naturales esfuerzos de la autoridad por presentar un panorama optimista chocan con la realidad de los números. Estos dan cuenta de un escenario complejo, frente al cual la actual administración no parece tener respuestas. La eventual aprobación de las iniciativas que se discuten en el Congreso y que apuntan a reducir la “permisología” puede tener un impacto positivo, pero difícilmente logrará compensar el ímpetu ideológico que, impulsado desde la izquierda, progresivamente ha mermado nuestras ventajas comparativas y el apetito por crecimiento. Más aún cuando la oposición, en lugar de levantar una alternativa sólida, privilegia reyertas menores.
Este escenario debe tenerse también en cuenta al revisar el proyecto de Ley de Presupuestos 2025. Parte de la discusión se ha centrado en el crecimiento del gasto de 2,7%, propuesto por Hacienda. Obviamente, una base de comparación distinta (por ejemplo, el presupuesto efectivamente ejecutado este año) podría revelar una cifra más alta, pero este análisis contable no es necesariamente lo más importante. Más sugerente resulta reparar en otro hecho: aun cuando la autoridad anticipa un crecimiento del PIB de 2,7% para 2025, en momentos en que enfrenta un nuevo y difícil ciclo electoral, y contando con una regla fiscal contracíclica, que le permite sostener niveles de gasto altos cuando la economía no despega, la expansión del gasto público no superaría el 2,7%. Esta es una cifra magra, solo comparable con la observada en 2017 y que se explica por la compleja realidad de nuestras cuentas fiscales, que dificultará hacerse cargo de algunos de los problemas más graves que enfrentan los chilenos.
Así entendida, la expansión presupuestaria del 2,7% propuesta por Hacienda no es sino el reflejo de un país que agota sus posibilidades de expansión del gasto (y de endeudamiento), producto de una década de magro crecimiento. La certera insistencia de la presidenta del Banco Central en cuanto a que las posibilidades de crecimiento tendencial se estiman por debajo del 2% durante la próxima década agrega dramatismo al escenario. Y es que, en definitiva, si hasta un gobierno que partió despreocupándose del crecimiento se ve forzado a acotar la expansión del gasto debido al estancamiento económico, es que el impacto de este es ya reconocido por todos.
Fuente: El Mercurio