Costa delinea incierta trayectoria de las tasas de interés de largo plazo
Hay dos corrientes en el debate que van en sentido opuesto.
Monetaristas, econometristas y otros especialistas de ese cuño están reunidos en la XXVII Conferencia Anual del Banco Central de Chile.
Al iniciar el evento, la presidenta de esa entidad, Rosanna Costa, resumió una de las preocupaciones que ella misma, sus pares en todo el mundo y desde luego los allí presentes han estado estudiando: en qué tipo de mundo habitan las tasas de interés, en especial aquellas que se conocen como de equilibrio de largo plazo o “naturales”.
“Para los bancos centrales es esencial evaluar con precisión la tendencia a largo plazo del tipo de interés natural, ya que este tipo de interés sirve como punto de referencia crucial para la política monetaria”, indicó Costa en el discurso inaugural.
La diferencia entre aquel punto estructural de largo plazo (abstracto) es relevante para la determinación del camino que se hace por medio de la Tasa de Política Monetaria (TPM) real, que es la que resuelve el Consejo del Banco Central.
Las estimaciones de la tasa natural “suelen conllevar una considerable incertidumbre, en particular en el período posterior a la pandemia”.
De hecho, la pandemia fijó esa incerteza para el porvenir. “Las opiniones sobre este asunto varían ampliamente entre los expertos y creo que no hay un consenso claro sobre cómo serán las tasas de interés a largo plazo en el futuro”, dijo Costa.
Resumió las dos corrientes que existen al respecto en la literatura.
“Por un lado, hay razones para creer que es probable que los tipos de interés reales vuelvan a sus mínimos históricos, ya que no parece probable que los factores clave que se creía que habían impulsado a estos tipos a bajar en los últimos 40 años (como los cambios demográficos, el estancamiento del crecimiento de la productividad, el aumento del poder de mercado, la mayor aversión al riesgo y la demanda sostenida de activos seguros) se reviertan lo suficiente como para producir un aumento significativo y duradero de los tipos de interés reales en los próximos años”, señaló.
La otra visión, en cambio, muestra que “los indicadores de mercado recientes sugieren que las tasas de interés reales de equilibrio a largo plazo han aumentado. Además, algunas nuevas estimaciones de la tasa de interés natural (definida como la tasa de equilibrio de “largo plazo” una vez disipadas las perturbaciones) indican que esta tasa puede haber aumentado en varios países avanzados en los últimos años (…). Este cambio podría indicar que al menos algunos factores estructurales que impulsan las tasas de interés reales han cambiado de dirección o que la tasa de interés natural se está ajustando a un nuevo entorno económico posiblemente caracterizado por mayores niveles de deuda pública”.
Al iniciar el evento, la presidenta de esa entidad, Rosanna Costa, resumió una de las preocupaciones que ella misma, sus pares en todo el mundo y desde luego los allí presentes han estado estudiando: en qué tipo de mundo habitan las tasas de interés, en especial aquellas que se conocen como de equilibrio de largo plazo o “naturales”.
“Para los bancos centrales es esencial evaluar con precisión la tendencia a largo plazo del tipo de interés natural, ya que este tipo de interés sirve como punto de referencia crucial para la política monetaria”, indicó Costa en el discurso inaugural.
La diferencia entre aquel punto estructural de largo plazo (abstracto) es relevante para la determinación del camino que se hace por medio de la Tasa de Política Monetaria (TPM) real, que es la que resuelve el Consejo del Banco Central.
Las estimaciones de la tasa natural “suelen conllevar una considerable incertidumbre, en particular en el período posterior a la pandemia”.
De hecho, la pandemia fijó esa incerteza para el porvenir. “Las opiniones sobre este asunto varían ampliamente entre los expertos y creo que no hay un consenso claro sobre cómo serán las tasas de interés a largo plazo en el futuro”, dijo Costa.
Resumió las dos corrientes que existen al respecto en la literatura.
“Por un lado, hay razones para creer que es probable que los tipos de interés reales vuelvan a sus mínimos históricos, ya que no parece probable que los factores clave que se creía que habían impulsado a estos tipos a bajar en los últimos 40 años (como los cambios demográficos, el estancamiento del crecimiento de la productividad, el aumento del poder de mercado, la mayor aversión al riesgo y la demanda sostenida de activos seguros) se reviertan lo suficiente como para producir un aumento significativo y duradero de los tipos de interés reales en los próximos años”, señaló.
La otra visión, en cambio, muestra que “los indicadores de mercado recientes sugieren que las tasas de interés reales de equilibrio a largo plazo han aumentado. Además, algunas nuevas estimaciones de la tasa de interés natural (definida como la tasa de equilibrio de “largo plazo” una vez disipadas las perturbaciones) indican que esta tasa puede haber aumentado en varios países avanzados en los últimos años (…). Este cambio podría indicar que al menos algunos factores estructurales que impulsan las tasas de interés reales han cambiado de dirección o que la tasa de interés natural se está ajustando a un nuevo entorno económico posiblemente caracterizado por mayores niveles de deuda pública”.
Fuente: El Mercurio